POR CARRETERAS SECUNDARIAS


Hace treinta años no hubiera dicho lo mismo que voy a contar ahora y los motivos son obvios.

En la España de los 70 los desplazamientos interprovinciales llegaban a convertirse en un suplicio y no digamos nada los interregionales o los de costa a costa. Recuerdo que el Seat 600 se calentaba tanto que había que llevar una garrafa de agua a bordo o bien saber dónde repostarla porque las subidas a los puertos de montaña se hacían eternas. Hoy en día tenemos una red de autopistas que nos hacen el viaje más veloz y es ahora cuando precisamente podemos permitirnos el lujo de no tener prisa y viajar por placer. Claro que en no pocas ocasiones las carreteras secundarias y las viejas nacionales son la única manera de acercarse a muchos rincones que se hallan muy lejos de las rutas principales.

Las autopistas y autovías tienen una ventaja evidente y es la elevada velocidad media, amén de la seguridad. Lo malo es que a veces hay que pagar y la alternativa gratuita duplica el tiempo de recorrido.

El post de hoy va dedicado a todas esas rutas que se han convertido en poco frecuentadas. Así que voy a mencionar algunas de las ventajas que tiene eso de invertir un poco más de tiempo en el viaje a cambio de que nuestros ojos se llenen de paisajes humanos. Por supuesto que si tenemos que ir de Jaen a Gijón o desde Badajoz a Valencia en el día no conviene perder el tiempo a lo tonto pero hay recorridos que piden a gritos una etapa intermedia para disfrutar del coche y de la ruta. Ojo porque en muchos casos lo que se ahorra en peajes paga la cena y hasta el hotel y el día siguiente llegamos a destino más descansados.

En las nacionales y en las secundarias nos encontraremos con cosas como éstas:

-Puedes dar la vuelta casi cuando quieras y sin esperar a la siguiente salida, que a lo mejor se encuentra a 30 km.

-Si no llevas a nadie detrás puedes ir despacio para apreciar mejor las vistas.

-Hay muchos sitios para tomar algo o comer y a precios normales, no como en las áreas de servicio.

-La gasolina es siempre más barata que en autopistas y autovías.

-Pasas por pueblos muy chulos y puedes hacer compras de productos típicos, ir a la farmacia, al centro de salud o comprar el pan.

-Ahorras combustible porque vas a menores velocidades. Se gasta un 30% menos.

-Descubres sitios que no sabías ni que existían.

-Si quieres detenerte a ver el panorama, hay miradores y lugares donde aparcar, descansar y seguir ruta.

-En caso de avería no corres graves riesgos al bajarte del coche.

-A veces se recortan las distancias porque las autovías dan grandes rodeos.

De niño los viajes en coche eran todo un ritual que incluía la adquisición de pan en un pueblo, chorizos en otro, queso unos cuantos kilómetros más allá, dulces típicos a mitad del camino y siesta en un pinar de Castilla, por no hablar de los cocidos de tal o cual pueblo. Eso eran viajes y no lo de ahora, que son sólo desplazamientos sin encanto ni gracia, puro transporte sin poesía.

Este verano tengo previsto hacer la ruta entre Zaragoza y Vinaroz pasando por Morella y espero que la experiencia sea agradable.

Recordemos que nuestros viajes por nacionales por secundarias son más ecológicos y amigables con el medio ambiente, aparte de que ayudan a la economía de las zonas que atraviesan y también a la nuestra.

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